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CROACIA - ESLOVENIA


Croacia, el país de las mil islas.

En realidad son 1.185 islas, con una longitud de costa de 4.058 km, de los 5.835 km totales del país. Tiene una superficie de 56.594 km2. Situada en la costa del mar Adriático frente a Italia formó parte de Yugoslavia desde la Segunda Guerra Mundial hasta el fin de las Guerras de los Balcanes (1995), desde entonces es república independiente y, recientemente, miembro de la UE.

Tiene una población de 4.450.000 habitantes y una gran actividad dedicada al turismo y no es para menos, ya que cuenta con naturaleza, paisajes, ciudades, monumentos, tradiciones y gentes dignas de contemplar y convivir con ellas. Nuestro viaje comenzó en el sur, en Dubrovnik "la perla del Adriático".



Dos km de muralla rodean la ciudad antigua abriéndose al interior en varias puertas y al mar en su pequeño puerto. Disfrutar de calles, callejas, cuestas, escalinatas, iglesias, la Torre del Reloj, la Fuente de Onofrio, los palacios, paseando en esa joya medieval y renacentista es un placer. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979.



Hay que verla desde todos sus ángulos: desde el mar, en un paseo en barca, desde lo alto de las murallas y, más alto aún, subiendo en el funicular desde donde se puede contemplar entera como si fuera una maqueta. "Cuando estés en lo público, olvida lo privado" se les hacía prometer a sus gobernantes y el cargo solo duraba un mes.



Para llegar a Split hay que cruzar la frontera con Bosnia del pedacito de costa que le correspondió tras la guerra. Split, cuyo nombre deriva del de una planta, es una ciudad de origen romano, donde se dividía el imperio en oriental y occidental, donde Diocleciano eligió su retiro y construyó su palacio y donde, con el tiempo y la decadencia del Imperio, el palacio se convirtió en viviendas, el mausoleo del emperador en catedral cristiana y se le adosó esa magnífica torre.
Cuatro puertas tenía el palacio, llamadas de Oro, de Plata, de Bronce y de Hierro. El patio del palacio, el Peristilo de Diocleciano se convirtió en plaza pública, donde se respira el olor a Egipto con sus columnas de mármol y su esfinge negra, el sabor a las tardes de tertulia romana, el color mediterráneo con su luz, sus gentes siempre en la calle, sus bares, sus voces y, por la noche, se disfruta del sonido de sus músicos ambulantes. Un lugar para disfrutar tranquilamente durante mucho tiempo.



Desde Split el camino nos llevó a visitar la ciudad isla de Trogir, Patrimonio de la Unesco. Un islote hecho ciudad amurallada románico gótica, perfectamente conservada. Con su símbolo en relieve que dicen que invita a disfrutar cada momento, algo así como Carpe diem. Los restos de fortaleza de Kamarlengo y sus torres nos hablan de la estrategia de su enclave controlando un paso de mar. Las vistas que nos ofrece desde la torre de su catedral son maravillosas.



Seguimos a Sibenic otra pequeña ciudad a la orilla del mar de aspecto medieval con su iglesia de El Salvador. La plaza porticada del ayuntamiento y dominada desde lo alto por sus tres fortalezas, dos de ellas visitables, con su patio de armas convertido en escenario para actuaciones al aire libre. Desde lo alto se disfruta de la vista de la ciudad y de ese trozo de mar con multitud de islas.



Nuestro siguiente destino es Zadar, ciudad de origen romano con una importante historia que se refleja en sus calles y monumentos, así desde los restos de lo que fue un gran Foro Romano, hasta su Catedral Gótica, destruida y reconstruida por los venecianos, pasando por la Iglesia de San Donato, prerrománica del siglo IX, edificada sobre los restos del foro romano, sobre columnas fragmentadas y sillares y con un interior sobrio, de gran altura, en dos pisos, con ese aspecto cercano al de Santa Sofía de Estambul, con paredes desnudas casi de adornos, sin pinturas ni esculturas y, sin embargo, donde se respira esa paz interior de los grandes monumentos.



Y en lo moderno hay que ver de día y, sobre todo, de noche "El saludo al Sol" y "El Órgano del Mar". Ver de noche las luces de color que han acumulado esas placas durante el día y oír cómo canta, como toca su órgano el mar con el oleaje y el viento es una maravilla y si lo acompañas de un helado cubierto de chocolate caliente, es la gloria. Y sin olvidar su famoso licor de cerezas, el Marrasquino.



Partimos de Zadar y dejamos la costa del mar Adriático para adentrarnos en las maravillas que estos países balcánicos atesoran en su interior. Parque Nacional de los Lagos de Plitvice. Patrimonio Natural de la UNESCO, 295 km2 y 16 lagos escalonados que provocan multitud de cascadas, con diferentes alturas, desde pequeños saltos a caídas enormes donde te sientes diminuto ante tanto esplendor, alternando con aguas en completa calma.



De origen calcáreo con sus bosques vírgenes de hayas y abetos, donde se cobija el oso pardo, el lobo, el gato salvaje, corzos, jabalíes, etc. La naturaleza en todo su esplendor.
Diferenciada en dos zonas una más alta que la otra, tuvimos la fortuna de la ausencia de lluvia para poder pasear por ambas, ya que si llueve suelen estar inundados los pasos de madera. Para iniciar la visita te llevan en un tranquilo paseo en barca por un lago de aguas limpias y completamente en calma.



Tras esa pausa de disfrute de la naturaleza, nos ponemos de nuevo en ruta y en pocas horas llegamos a Eslovenia, país también desgajado de la antigua Yugoslavia y al norte de Croacia. Estamos en el interior, como dijimos, dejamos la costa y nos adentramos en bosques y montes. Ljubljana es la capital. Tiene otro aspecto, parece que estamos en centroeuropa. Aunque sus calles en verano rebosan de gentes, de terrazas, de mercadillos de fruta y artesanía, el aire es vienés y se suma el ser ciudad con importante universidad y con muchos eventos artísticos, sobre los que destacan todo lo musical. Hay música de orquesta en un escenario, ballet, opera y, en cualquier rincón un pequeño grupo toca jazz o pop….siempre hay música.



Su casco antiguo atravesado por el río Ljubljanica sobre el que cruzan los puentes de Los Dragones o Los Tres Puentes tiene el aspecto de pequeña metrópoli del siglo XVIII-XIX. Desde lo alto es vigilado por su Castillo, completamente remodelado y al que se accede por un funicular para disfrutar de la visita de toda la ciudad. Aquí en el Castillo se sitúa el origen de la ciudad, desde la prehistoria y luego como fundación romana. Fuimos agraciados por ser un grupo con la proyección de la historia de la ciudad en español. Nos llevamos algún susto por el montaje de la antigua cárcel y disfrutamos de la vista de la ciudad y su magnífico entorno boscoso desde las murallas.
Ljubljana es música, es arte, es universidad y, por tanto, es alegría, es mediterráneo y es centroeuropa a la vez.



Eslovenia pertenece actualmente a la Unión Europea y comparte moneda, el Euro.
Otra bonita ciudad de Eslovenia a la que acudimos es Maribor, famosa por sus vinos, por poseer la viña más antigua del mundo y por su plaza de la vieja fortaleza con su curioso monumento a la liberación de los nazis y origen de la vieja Yugoslavia, realizado en metal y en que se pueden observar retratos de sus héroes, empezando por el Mariscal Tito.
Resulta curiosa la visita a su famosa y antigua viña emparrada en la pared de una casa local convertida ahora en museo del vino y de su viña, que, por cierto, todavía da vino, que naturalmente se guarda para momentos muy especiales de la vida de la ciudad.



Siguiendo nuestra visita a Eslovenia, no podía faltar la visita a Las Cuevas de Postojna.
Una de las cuevas kársticas mayores del mundo, con más de 20 km de galerías y la más visitada de Europa. Aunque en el exterior estemos a 30ºC, para entrar a la cueva hay que abrigarse, se mantienen los 10ºC y además con mucha humedad. La visita comienza con un largo recorrido en un tren abierto, viendo ya varias de las salas y de las formaciones calcáreas; pero nada comparado con los paisajes de estalactitas y estalagmitas que luego nos encontraremos, muchas con nombre por su parecido, entre las sombras, con personajes famosos.
Además de contar con una especie única, el Proteus anguinus un pequeño anfibio, que se consideró en leyendas como cría de dragones.



En las fotos podemos apreciar un pequeño ejemplo del paisaje interior con enormes y bellas estalactitas y estalagmitas, como esas dos que se juntas y que han dado en llamar Romeo y Julieta.
En las siguientes fotos vemos la famosa pareja símbolo de la cueva una estalagmita blanca como la nieve y a su lado, formando un precioso conjunto una columna de color caramelo.



Tras el paseo por el subsuelo volvemos a Croacia para visitar su capital, Zagreb, que alberga el Parlamento. Croacia también pertenece a la Unión Europea, aunque mantiene su moneda, Kuna. Su centro histórico está dividido en Ciudad Alta (Gornji Grad) y Ciudad Baja (Donji Grad). La Ciudad Alta sobre una colina cuenta el origen de Zagreb, con su famosa iglesia de San Marcos y su tejado de cerámica multicolor con los escudos de armas de Croacia, Dalmacia, Eslavonia y Zagreb, además de la Catedral de San Esteban neogótica y una de las más altas de Europa, La Torre de los Ladrones y el funicular.



Si accedemos a la Ciudad Baja encontramos rincones y calles llenos de encanto, de tiendas de arte (Art Nouveau) y de venta de la típica corbata, kravata (de origen croata), de pequeños museos (Art Naif), de bares y terrazas y todas confluyen en la Plaza de la Republica que da origen a una ciudad europea con grandes plazas ajardinadas y espectaculares edificios.



Tras una semana de viaje, de conocer ciudades, monumentos, paisajes, gentes, nuestro viaje llega a su fin. Por suerte, nos queda la última mañana para volver a pasear por los lugares que más nos atrajeron en Zagreb, subir de nuevo a ese mirador de la Ciudad Alta donde se disfruta de música en directo mientras degustas una cerveza (“pivo") muy fría…….Bueno, quizá en otra ocasión hablemos de la cerveza en el mundo…

Buen viaje.

Leonor Martin-Pero
Juan Carlos Muñoz

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