Introducción
La actuación operatoria en cualquier campo de la medicina,
máxime conforme la complejidad de la misma fue creciendo
en buena parte por el material que requerían las nuevas
técnicas, ha necesitado desde antiguo de la colaboración
de un personal cuya ayuda acabó por convertirse en imprescindible.
Por ceñirnos a nuestro ámbito concreto de la odontología,
sabemos de la presencia de estas personas desde antiguo, en buena
medida por las representaciones artísticas que con gran
realismo, y a veces bajo el único prisma de la caricatura,
recogieron diversos artistas sobre la actividad cotidiana que
venía realizándose en las plazas públicas
pues ese fue el escenario de nuestros precursores durante siglos.
Sin embargo, el colectivo de las “Higienistas Dentales” no surgiría
hasta principios del siglo pasado, entendiéndose como tal
un grupo de profesionales, formadas como tales con un programa
docente concreto, que se dedicarían a ayudar al dentista
en sus tareas, si bien su cometido llegaría más
lejos y se convertirían, sobre todos en algunos países
–como se verá más adelante- en las principales responsables
de la enseñanza de los conocimientos necesarios para mantener
una buena salud buco-dental al público en general, y en
particular a determinados colectivos entre los que destaca el
infantil, especialmente el que acudía a los centros escolares.
Alfred
Civilion Fones, el patriarca del higienismo dental. Irene Newman,
la primera higienista (1) .
Un nuevo colectivo vino a ayudar a la profesión con tareas
específicas en el campo de la prevención una vez
recibiera entrenamiento específico, nos referimos al de
las denominadas, en un principio, “auxiliares dentales”. El dentista
C.M. Wrigth proponía ya en 1902 la instrucción
durante un año, en escuelas dentales, en áreas como
la anatomía, fisiología y patología dental,
además de realizar prácticas clínicas. Otros
colegas como Sydney J. Rauh (1873-1935) y M.L.
Rhein, de New York, aprobaron la idea e incluso este
último propuso el aprendizaje de las mujeres como enfermeras
dentales para realizar algunos tratamientos bajo la supervisión
de un dentista.
Pero la idea de crear una escuela propia para este fin, esto es,
una escuela de higiene dental se debe a Alfred Civilion
Fones (1869-1938), natural de Bridgeport, Connecticut,
que recibió su graduación en 1890 en el New York
College of Dentistry y regresó a su ciudad natal, donde
permanecería hasta su muerte, para trabajar con su padre,
también dentista.
Fones escuchó en 1899 las enseñanzas de David
D. Smith (1839-1920), un diestro especialista en odontología
conservadora que sería profesor, y decano en 1880, en el
Philadelphia Dental College donde él mismo había
recibido su graduación de dentista en 1867. Smith publicó
algunos artículos sobre “Oral prophylaxis”, actividad que
él definía como: el cuidado y la remoción
completa de todos los depósitos cálcicos, secreciones,
placas bacterianas y todas otras concreciones que se ubican en
las superficies dentales y entre ellos, especialmente en los márgenes
gingivales, seguida del pulido de todas las superficies dentales
por métodos manuales (2). Smith
formó a algunos discípulos como Edward B.
Spalding (1868-1960), quien obtuvo el permiso del maestro
para enseñar sus técnicas a algunos alumnos interesados
en la profilaxis oral, tal fue el caso de Grace Rogers,
una joven graduada que en 1904 realizaba con él (su futuro
esposo) un aprendizaje de postgrado en la universidad de Michigan
y un año después, en Detroit, se dedicaba a esta
concreta actividad.
Una dentista de ilustre raigambre, la biznieta de Horace Hayden
-el fundador de la primera institución de enseñanza
odontológica en el mundo, el Baltimore College of Dental
Surgery- cuyo nombre era Gillete Hayden (1880-1929),
visitó la clínica del matrimonio Spalding-Rogers
para aprender el legado de Smith. Hayden y Rogers acordaron fundar
una sociedad que promoviera y divulgara los conocimientos de profilaxis
oral de manera que, junto a otros seguidores de Smith, después
de dos reuniones en Kansas City (1913) y Toledo, Ohio (1914),
crearon el 23 de mayo de 1914 en Cleveland, Ohio, la American
Academy of Oral Prophylaxis and Periodontology.
Pues bien, como decíamos, tras escuchar las enseñanzas
de Smith en un congreso de la Northeastern Dental Society en 1899,
Fones acordó seguir sus procedimientos e incorporar el
nuevo concepto de prevención en su trabajo. En el viaje
de regreso sugiere a su compañero William Jarvie que una
mujer podría ser entrenada en este trabajo, de manera que
el dentista, liberado del mismo, se dedicaría a las técnicas
operatorias. Durante los siguientes años Fones perfecciona
su técnica de limpieza y pulido y enseña a sus pacientes
cómo han de realizar en casa el cuidado de su dentadura.
En 1906 el resultado de los logros a consecuencia de estos nuevos
cambios eran evidentes comparados con los que pudiera ofrecer
la inamovible odontología de su padre. Su actividad comienza
a ser conocida más allá de su clínica de
manera que el New York College of Dental and Oral Surgery le invita
a exponer sus conocimientos.
Ese mismo año enseña a su asistente, Irene
Newman, a la que se ha considerado la primera higienista
dental de la historia. Fones perfiló un curso para Irene
centrado básicamente en ciertas nociones básicas
de odontología y de mecanismos de limpieza y pulido, ayudado
por algunos dibujos y libros. Algunos dientes que había
extraído fueron montados en un modelo y Fones manchaba
sus superficies, las cuales tendría que eliminar Mrs. Newman
con un palillo de madera de naranjo y polvo de piedra pómez.
Posteriormente se encargaría de limpiar la boca de su maestro
sin que éste la hubiera aseado después del almuerzo.
Tras un mes de aprendizaje, Irene era competente en la limpieza
de la dentadura de los niños.
Fones, en estos momentos, se esforzaba en advertir tanto a sus
colegas como a sus pacientes sobre la falta de motivación
para mantener sus bocas limpias, haciéndoles saber que
si persiguieran estos objetivos, el 80% de todas las operaciones
dentales podrían evitarse y la práctica odontológica
se ocuparía en lo sucesivo de la salud y no de la enfermedad.
Para ello, insistía, la ayuda de una mujer en cuyas manos
quedaba este cometido, sería de gran valor. Mientras se
crearan centros destinados a su formación, estas ayudantes
deberían ser educadas en clínicas dentales particulares.
H.S. Seip, presidente de la Pennsylvania State Dental Society,
reconociendo la imposibilidad de que el dentista, tan ocupado
en las tareas de operatoria dental, pudiera ocuparse de la profilaxis,
apoyó la idea y recomendó un cambio en la legislación
que permitiera la existencia de una enfermera dental para realizar
la profilaxis de la superficie dental. Casi de manera simultánea,
Rhein, Fones, Wright, Hyatt y Low, todos ellos eminentes dentistas
repartidos por diferentes puntos de los Estados Unidos, escribieron
y conferenciaron sobre el papel de esta nueva profesional y coincidían
en sus puntos de vista. Todos trataban de convencer a sus compañeros
para que las incorporaran en sus clínicas, pero la primacía
le corresponde a Fones.
El Bridgeport School Dental Health Plan.
Alfred C. Fones era de la opinión de que el mayor beneficio
de la prevención dental podría conseguirse mediante
programas de educación en las escuelas públicas
pues así se evitaría la aparición de la caries
dental y, a la larga, el número de obturaciones a realizar
sería muy pequeño. Para ello ideó la puesta
en marcha de un plan en su lugar de residencia a través
del Bridgeport School Board, del cual era miembro, destinado a
los escolares de esta ciudad.
Después de ciertas garantías que tuvo que demostrar
tras un cuatrienio de duros trabajos, el plan fue aprobado por
el Board of Education y comenzó en 1914. Este fue el primer
servicio de higiene dental en el área de la salud pública
dental que echó a andar una vez se garantizó la
cantidad de 5000 $ con lo cual Fones se hizo cargo del programa.
El sueño de este gran dentista se vio recompensado cuando
al cabo de los cinco primeros años la reducción
de la caries dental en dentición permanente fue de un 33.9%
en comparación con un grupo control, todo ello gracias
principalmente a la educación sanitaria y a los cuidados
que los niños realizaban en su casa tan como los habían
aprendido en la escuela.
El primer curso de higiene dental.
La necesidad de contar con personal apropiado para desarrollar
este programa llevó a Fones a idear un curso de higiene
dental. Él creía inadecuada la denominación
de “enfermera dental” (dental nurse) ya que quedaba relacionada
con la enfermedad, mientras que para él la higienista estaba
dedicada a la salud y a la prevención de la enfermedad,
de ahí que el término que propuso fuera el más
apropiado de “dental hygienist” que todavía subsiste.
Un grupo de entusiastas profesores venidos de las universidades
de Hardvard, Yale, Pennsylvania y el Columbia College of Physicians
and Surgeons, además de otros eminentes especialistas de
New York y Bridgeport, respondieron ilusionados al proyecto de
Fones de manera altruista hasta el extremo que pagaron de su bolsillo
el coste de los viajes. La solidez de este plan era su mejor valor
y las lecciones de este grupo de ilustres fueron recopiladas en
el que sería el primer libro de higiene dental con el título
de Mouth Higiene. A textbook for Dental Hygienists, editado
en 1916 en Philadelphia por Fones con R.H.W. Strang y E.C. Kirk
como editores asociados.
Las clases se impartieron en la casa de Fones, cuyo domicilio
era 10 Washington Avenue, Bridgeport, CT. El segundo piso estaba
ocupado por Fones, su padre e I. Newman y el primero se destinó
a recepción, secretaría y otras habitaciones además
de una larga dependencia que se usaba como garaje. Pues bien,
éste fue convertido en un aula con sus pupitres, proyector,
pantalla, etc., en cuyo montaje colaboraron económicamente
algunos adinerados pacientes de Fones.
Cuando la primera parte del curso hubo transcurrido , este aula
se transformó en una clínica para instrucción
práctica en procedimientos profilácticos. Los pupitres
fueron reemplazados por cincuenta sillas con mesas de trabajo
y escupideras prestadas por la S.S. White Dental Manufacturing
Company. Cada silla tenía su iluminación y en el
centro de la sala se instaló un fregadero con agua corriente
fría y caliente, donde se preparaban los instrumentos para
ser esterilizados. El instrumental era suficiente para cuanto
se enseñaba. Maniquíes con mejillas, lengua, mandíbula
movible y un completo juego de dientes fueron colocados en los
reposacabezas de manera que las estudiantes fueron entrenadas
sistemáticamente para revisar toda la dentadura con los
útiles adecuados, así como para la realización
de la limpieza, y eran examinadas con rigor a lo largo de todo
el curso. Una vez demostrada su suficiencia, pasaban a trabajar
con niños y después con adultos. Únicamente
eran entrenadas en el campo de la profilaxis, pero con gran minuciosidad.
Fones reclutó jóvenes para inscribirse en este primer
curso y su programa fue difundido en varios periódicos.
Comenzaron las clases 33 damas de las cuales 24 eran ayudantes
en clínicas dentales, 3 esposas de dentistas, 3 enfermeras
y 3 graduadas, de las cuales 27 concluyeron el curso y recibieron
sus diplomas el 5 de junio de 1914, entre ellas, Mrs. Newman y
Mrs. Fones.
Ante la incertidumbre del futuro del programa escolar, algunas
graduadas aceptaron ofertas de las clínicas privadas, otras
dos fueron contratadas como supervisoras y adoctrinaban a otras
estudiantes para trabajos en la escuela; a las que trabajaron
en las escuelas públicas se les pagaban 1.5 $ diarios,
9 $ semanales. Eran jóvenes con un porvenir prometedor
que veían recompensado el esfuerzo de un año donde
no pocas asistieron a clase una vez cumplían su trabajo
y muchas de ellas llegaban en tren procedentes de varias decenas
de kilómetros. Antes de que fueran creados centros para
impartir esta enseñanza, Fones hubo de formar nuevas higienistas
con otros dos cursos. De las 97 graduadas bajo su dirección,
muchas se repartieron por diversos lugares de los Estados Unidos
y también por Hawai, donde eran pioneros en algunas áreas
de la higiene dental. En 1949, algunos dentistas y el Junior College
of Connecticut, del que Fones había sido administrador,
colaboraron en la reapertura de la Fones School of Dental
Higiene, actualmente en el campus de la universidad de Bridgeport,
muy cercana a aquél garaje.
Nuevas escuelas de Higienistas dentales.
A la escuela de Fones siguieron otras como la New York School
of Dental Hygiene, promovida por M.L. Rhein y L.C. Ball,
subvencionada por la Rockefeller Foundation, que después
formó parte de la Vanderbilt Clinic of Columbia University
y después de la School of Dental and Oral Surgery, Columbia
University. Robin Adair (1878-1929), dentista
de Atlanta, Georgia, fue otro pionero de la higiene dental que
abrió en este lugar otra escuela, con tan mala fortuna
que falleció un año después en un accidente
de tráfico. Igualmente, algunas instituciones benéficas
hicieron lo propio en su seno, tal fue el caso de las Guggenheim
Clinic, Eastman Dental Clinic y la Forsyt Infirmary, de la misma
manera, más de una universidad, como la de Harvard, se
sumó a la corriente y organizó cursos para estas
profesionales.
En el caso de Rochester, ciudad natal del inventor de la cámara
fotográfica Kodak, George Eastman, donde él mismo
creó una clínica dental para escolares, el Rochester
Dental Dispensary, inaugurada en 1916 y dirigida por el Dr.
Harvey J. Buckhart, bajo cuya supervisión se abrirían
otras clínicas similares en diversas partes del globo,
hay que reseñar que el concejo se mostró dispuesto
a dedicar 20.000 $ del fondo de Eastman con el fin de crear y
mantener un cuerpo de higienistas dentales en las escuelas públicas
por un periodo de cinco años. Después, este mecenas
proveería los fondos necesarios para mantener el trabajo
como parte de los servicios del dispensario.
Poco después ocurrió algo similar en Boston. En
esta ciudad, los hermanos Forsyth crearon otro centro de iguales
características. El 2 de octubre de 1917 se graduaba la
primera promoción de higienistas dentales bajo la presidencia
de Mr. Thomas Forsyth quien entregó personalmente los diplomas.
En los treinta años siguientes se abrieron catorce escuelas
para higienistas dentales con programas acordes a las necesidades
locales, de ahí que existiera gran variedad entre ellos
centrando su interés en la clínica o en la educación
y la prevención.
Primeras normas legislativas.
Todo ello fue posible una vez la legislación autorizó
la enseñanza oficial y reglada para la formación
de la higienista dental, figura indiscutible en el campo de la
odontología gracias al esfuerzo de los dentistas citados
líneas atrás los cuales, especialmente Fones, abogaron
cabalmente por la institución de este nuevo modelo profesional.
El alcance de la práctica de la higiene dental se extendió
rápidamente más allá de la práctica
privada y escolar y en 1915 el estado de Connecticut, advirtiendo
las posibilidades de esta profesión en un futuro, promulgó
una enmienda a las leyes dentales regulando la práctica
de estas auxiliares. Primeramente el campo de operación
de la higienista fue legalmente delimitado. De este modo, la ley
sienta un precedente para la mayoría de los estados que
después adopten leyes similares. La primera definición
de la práctica de la higiene dental dejaba claro que ningún
dentista podría empleara asistentas que no fueran higienistas
dentales, éstas podrían quitar depósitos
de sarro y manchas de las superficies expuestas de la dentadura
por debajo de los márgenes libres de la encía, pero
no podrían realizar otras operaciones de la dentadura o
de la boca; deberían trabajar en la clínica de algún
dentista registrado o en alguna institución pública
o privada también bajo la supervisión de un dentista
licenciado y registrado.
Los dentistas de Massachussets quisieron introducir una enmienda
similar en su legislatura en 1910 pero no fue posible hasta un
lustro después. El 1 de septiembre de 1916 se legislaba
en el estado de New York lo concerniente a dichos estudios. De
acuerdo a sus enunciados, cualquier dispensario u hospital dental
legalmente establecido y registrado ante el Consejo de regentes
de la Universidad del Estado de New York, y siempre que se hallara
debidamente equipado, podría establecer los cursos necesarios
para la instrucción de las higienistas dentales, quienes
habrían de seguir un curso de un año de duración
una vez hubieran acreditado haber cumplido los veinte años,
ser residente en dicho estado y gozar de buena reputación
moral.
Connecticut. Nace el asociacionismo profesional.
La primera asociación profesional se formó inmediatamente
después de salir la primera promoción bajo el impulso
de Fones y fue la Connecticut Dental Hygienist’s Association
de la que Irene Newman fue elegida su primera presidenta y se
formaron varios comités para llevar adelante el trabajo
de una asociación que abogaba por la educación del
público en temas de prevención así como por
la investigación para una mejor formación de las
asociadas. En febrero de 1915 su secretaria, Mrs. Winifred Hart,
escribe a los miembros de la Connecticut Dental Association, todos
dentistas, y a sus esposas, invitándoles a inscribirse
como miembros asociados a lo cual responden gustosamente algunos
de ellos. En abril siguiente celebran su primera reunión
donde tres higienistas leen sus aportaciones y otras diez hacen
demostraciones de sus habilidades profilácticas en casa
de otros tantos dentistas. En la siguiente reunión, celebrada
en New London, la cifra de higienistas alcanza casi el centenar
y durante la cuarta, que se desarrolló en New Haven, se
produce un intercambio de ideas entre algunas asociaciones estatales
de higienistas y las escuelas de Rochester, Forsyth y Columbia
enviaron clínicos que instruyeron al auditorio en la toma
de radiografías y A Fones e I. Newman informaron sobre
un programa que ellos iniciaron en soldados de la Primera Guerra
Mundial. En este momento el higienismo dental muestra un notable
nivel que, sin duda, hay que atribuir en gran medida a la colaboración
generosa de los dentistas de Connecticut.
Una vez fueron emergiendo diferentes asociaciones estatales próximas
a aquellos lugares donde se instituyeron centros para su formación,
los grupos del este consideraron la posibilidad de formar una
asociación de carácter nacional. Un pequeño
grupo de cuatro entusiastas higienistas dentales formadas en California
formaron una asociación estatal en 1919, y al año
siguiente eran diez miembros activos: dos graduadas en el Forsyth
y otras ocho en California. Probablemente la gran distancia y
la falta de contacto directo con las asociaciones del este estimularon
a las de California a emprender una asociación nacional
que promoviera los ideales de la profesión, preservara
sus derechos y ganara fuerza a través de su mutua cooperación.
Este exiguo grupo motivó a otros estados en la formación
de la organización nacional.
Poco después, bajo la dirección de su presidenta,
Elma Platt, las higienistas de California redactaron una resolución
que presentaron ella misma junto a Guy S. Milberry, decano de
la University of California School of Dentistry, a la cámara
de delegados de la National Dental Association en junio de 1922.
En ella exponían que como tal organización de higienistas
graduadas con interés en la salud y bienestar de la humanidad,
al igual que la profesión dental y otras organizaciones
sanitarias, la cooperación entre ambos estamentos debería
ser común, por ello solicitaban de la National Dental Association
que diera un paso adelante para promover la organización
de una American Dental Hygienists’ Association.
Así las cosas, la resolución fue adoptada al año
siguiente.
La American Dental Association (ADA) redactaría un modelo
de ley regulando la práctica de la higiene dental, en cuyo
aprendizaje se recibirían enseñanzas en ciencias
dentales básicas así como entrenamiento en higiene
dental. Quedó aprobado que las higienistas pudieran remover
el cálculo dental pero no emprenderían operaciones
de la dentadura ni de otros tejidos orales. La American Dental
Hygienists Association (ADHA) fue fundada en 1923 bajo el
patrocinio de la ADA y cuatro años después, en enero
de 1927, contaba con su propia revista, de periodicidad mensual,
el Journal of The American Dental Hygienist´s Association,
editado por Dorothy Bryant. Desde entonces, las
atribuciones de la profesión de higienista dental varían
mucho dependiendo de la legislación establecida en cada
país.
La Higienista Dental de Nueva Zelanda. 1921.
La primera escuela de servicio dental de Nueva Zelanda se fundó
en 1921, tras la Primera Guerra Mundial (3).
La constatación de las maltrechas bocas de los soldados
encendió la luz roja sobre la salud dental de los ciudadanos
y hubo que tomar cartas en el asunto de manera que se apostó
por un servicio dental para los niños de los colegios a
fin de que en un futuro se evitara esta situación tan lamentable
invirtiendo los esfuerzos en la infancia, si bien ya en 1913,
el Dr. K. Cox, presidente de la New Zealand Dental Association,
ya había recomendado un plan similar a cargo del estado.
En
1920, una nueva ley sanitaria aprobaba que la inspección
médica pasara desde el Departamento de Educación
al de Sanidad. Thomas A. Hunter fue nombrado director de la recién
creada Division of Dental Higiene de la que se hizo cargo a partir
del 1 de enero. Como quiera que el número de odontólogos
era escaso para cubrir esta necesidad, el Gobierno, con el apoyo
de la citada asociación, decidió entrenar enfermeras
dentales para realizar extracciones y obturaciones dentales y
para educar en salud dental a los niños menores de trece
años, si bien con ciertas reticencias al principio por
parte de algunos estamentos profesionales, pero un editorial del
New Zealand Dental Journal explicaba que el objetivo
era devolver la salud a los niños de la nación (4).
El
primer grupo de enfermeras dentales comenzó su formación
en 1921 y 29 de ellas lo completaron dos años después.
Al principio ocuparon para este menester un edificio en Wellington
(en la isla norte), pero en 1940 fue sustituido por el Dominion
Training School en la misma ciudad. Una segunda escuela fue abierta
en Auckland (isla norte) en 1951 y tres años después
en Christchurch (isla sur). En 1963, consolidado el programa,
se graduaban dos centenares de higienistas anualmente.
De esta manera, andando el tiempo, cada niño recibiría
un tratamiento completo dos veces al año incluyendo profilaxis,
obturaciones, extracciones y aplicación tópica de
fluoruros en aquellos lugares donde no hubiera fluoruración.
Un
estudio realizado veinticinco años después de que
se iniciara el programa, demostraba felices resultados: existía
una elevada proporción de piezas obturadas y un índice
muy bajo de extracciones, los niños gozaban de una buena
higiene oral, todo ello derivado de la asistencia regular que
recibían pues un 93% de los escolares eran objeto de ella
y un 72% de todos sus dientes con caries habían sido tratados.
Pero no quedaba aquí la cosa pues estos niños, una
vez estaban fuera del programa por rebasar la edad, seguían
demostrando una alta sensibilidad hacia la higiene oral y así
más del 71% de las personas con edades comprendidas entre
15 y 21 años, continuaban su cuidado dental de forma regular
como se acostumbraron a hacerlo cuando niños. En 1969,
un total de 1.344 enfermeras dentales atendieron a 568.119 niños.
En febrero de 1946, el doctor Roy E. Anderson, ex director de
los servicios médicos en Malaya (luego parte de Malasia),
estaba de vacaciones en Nueva Zelanda. Al parecer por casualidad,
se dio cuenta de un grupo de señoritas bien uniformadas
que salían de un edificio de la calle Upper Willis, en
Wellington. Preguntando acerca de ello, fue invitado a visitar
la clínica dental donde estas jóvenes trabajaban.
A su regreso a Malasia, Anderson habló con gran entusiasmo
de este nuevo sistema de escuela de enfermeras dentales, indicando
que “era raro encontrar en el grupo de niños de seis a
doce años raíces sépticas, abscesos apicales,
caries complicadas en dientes permanentes y, en general, bocas
descuidadas.”
La Higienista Dental de Malasia.
Así, pues, basada en la experiencia de Nueva Zelanda, la
escuela malaya se fundó en 1949, antes de independizarse
de Gran Bretaña en 1957 y antes de que Malasia fuera formada
en 1963, debido al escaso número de odontólogos.
Charles F. Mummery y Chellie Sundram tuvieron mucho que ver en
la puesta en marcha del proyecto. La instrucción fue impartida
en parte por una enfermera dental de Nueva Zelanda que estaba
de visita en Penang, lugar donde se ubicó este centro y
contestó a un aviso que pedía profesores para la
nueva escuela. El sistema de higienistas dentales fue adaptado
al medio de Malasia, con enfermeras ubicadas principalmente en
grandes clínicas dentales.
¿Cuáles
fueron las funciones de estas enfermeras dentales? En 1969, de
acuerdo al artículo de Ruth Roemer que venimos siguiendo,
la enfermera dental estaba autorizada para dar servicios dentales
preventivos y curativos a los niños menores de doce años
y a los de doce a catorce en caso de emergencia. Siete eran sus
funciones:
Colocación de obturaciones de amalgama en dientes temporales.
Colocación de obturaciones de amalgama en dientes permanentes.
Extracción de dientes temporales con caries, bajo anestesia
local.
Detartraje, pulido y aplicación tópica de fluoruros.
Reconocer y registrar maloclusiones para ser tratadas por el odontólogo.
Entrenar al niño a someterse a tratamiento dental a intervalos
frecuentes y regulares.
Dar educación en salud dental.
Para obturaciones en dientes anteriores, extracciones de dientes
permanentes, ortodoncia y servicios de restauración el
niño era enviado al odontólogo.
La enfermera dental en Malasia desarrollaba principalmente su
trabajo en el campo de la sanidad pública, en clínicas
y en escuelas. Siempre estaban supervisadas por un odontólogo
y una enfermera dental supervisora (“dental sister”) los cuales
formaban parte de un equipo dental constituido también
por cinco enfermeras dentales, dos asistentes dentales (personas
con dos años de entrenamiento en servicio después
de haber cursado nueve años de enseñanza básica)
y un técnico dental. Cada enfermera dental era responsable
de un grupo de tratamiento de 500 a 600 niños a quienes
debería mantener con buena salud dental mediante controles,
instrucciones de higiene oral y detección de caries de
manera que atendía entre 20 y 30 niños al día
cuyo resultado inspeccionaba el odontólogo, quien la auxiliaría
en caso de dificultad.
La enfermera dental de Malasia, eran admitidas en la escuela una
vez pasaran sus exámenes de “senior Cambridge” que siguen
a once años de enseñanza básica. Dos años
de enseñanza académica y dieciséis meses
de entrenamiento práctico en los que habría de colocar
1.200 obturaciones de amalgama en dientes permanentes y 900 en
dientes temporales. Igualmente, recibían instrucción
sobre el uso de anestésicos, extracción de dientes
temporales y manejo psicológico del niño y sus padres,
todo ello supervisado en cada etapa. Posteriormente se la colocaría
con un oficial dental en una clínica donde ella organizaría
y atendería a un “grupo de tratamiento” bajo la supervisión
de éste. Completado su trabajo de campo, se convertiría
en una de las cinco miembros del equipo, capaces de atender sólas
los casos rutinarios así como de derivar los casos más
complicados.
Programas de salud bucodental similares fueron desarrollados tras
el de Malasia en Singapur, en 1961, y en Tasmania (Australia),
en 1966.
La auxiliar dental de la New Cross en Gran Bretaña.
En 1957, el General Dental Council del Reino Unido fue encargado
de poner en marcha un programa experimental de formación
y empleo de auxiliares dentales que operaran en boca, con el fin
de determinar el interés práctico que podrían
aportar en un sistema comunitario de cuidados. El programa de
formación, programado para dos años, comenzó
en 1960 en el New Cross General Hospital de Londres bajo el modelo
del programa de formación de enfermeras dentales de Nueva
Zelanda. Una vez obtenido su certificado de aptitud, la auxiliar
dental de la New Cross estaba autorizada a trabajar exclusivamente
bajo la dirección de un dentista en un servicio de salud
dependiente de la colectividad local o en el hospital, pero no
en la práctica dental privada.
A diferencia de su homóloga neocelandesa, la auxiliar dental
de la New Cross no está autorizada a hacer diagnósticos
o a prescribir tratamientos, como tampoco a trabajar al margen
de un dentista. Sin embargo, podía hacer restauraciones
simples incluida la preparación de obturaciones, extraer
dientes temporales bajo anestesia local por infiltración,
detartrajes y medidas profilácticas aparte de educar en
higiene bucodental. Al término de un periodo experimental,
la profesión de auxiliar dental de la New Cross fue reconocida
en el Reino Unido.
El programa, desarrollado al principio de manera experimental,
tenía claras algunas particularidades: estas auxiliares
tratarían a los niños, la formación de las
enfermeras dentales de Nueva Zelanda serviría de guía
y las mujeres eran más convenientes para este fin que los
hombres.
Algún tiempo después, fueron realizados programas
análogos en Australia meridional (1967), en Australia occidental
(1970) y en los nuevos territorios de Canadá. Estos programas
difieren entre ellos en sus prestaciones y el personal se sitúa
entre el auxiliar dental de la New Cross y la enfermera dental
escolar de Nueva Zelanda, de ahí que sus atribuciones sean
distintas.
________________________
(1)Sobre
el inicio de la peripecia del higienismo dental, nos ha servido
de gran ayuda el libro de Wilma E. Motley, Ethics, Jurisprudence
and History for the Dental Hygienist. Philadelphia, 1972.
(2)Carranza F. Shklar
G. History of Periodontology. Canadá, 2003. (188.)
(3)Roemer R. El campo
de acción legal de las Higienistas en los Estados Unidos
de América y otros países. Boletín de Información
Dental. Nov. 1972. (65-75). El artículo está basado
en uno que presentó en la 26ª reunión anual
de la Asociación de Higienistas Dentales del Sur de California,
Los Ángeles, el 5 de mayo de 1969.
(4)Berman DS. Utilization of the dental auxiliary-school dental
nurse. International Dental Journal. 1. 1969. (24-40.)
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