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Obesidad infantil y salud oral

El verano está llegando a su fin, hemos vivido un año pandémico durísimo y sin duda el deseo más escuchado a nuestro alrededor ha sido el de: “Necesito unas vacaciones para desconectar”.

 

Niños y niñas ansiosos de disfrutar de piscinas, playas y parques después de un año de muchas restricciones; padres con ganas de terrazas para disfrutar del aire libre en compañía de amigos y familiares. Después del esfuerzo, ¡nos merecíamos una enorme recompensa!.

 

Recuerdo en mi infancia los días de piscina con primos y amigos, siempre cargados con neveras portátiles llenas de bocadillos, tortillas de patata, empanadas… ¡Cómo se disfrutaban esos picnics familiares! Siempre pensando en cuál sería la próxima salida para disfrutar de ese manjar que nuestras abuelas preparaban con tanto cariño.

 

Este verano analizando un poco mi alrededor he visto que se ha perdido un poco esa tradición.

 

Ya no vamos cargados con comida a la piscina o la playa; hoy en día la mayoría de piscinas municipales disponen ya de un servicio de cafetería que por muy pocas cosas que venda nos puede hacer un apaño rapidito y así vamos más ligeros de mochilas, además no perdemos el tiempo en preparar meriendas, que cuando se reúnen varios niños en la familia la verdad que lleva un ratito preparar lo de todos. Muchas veces es más fácil, y sobre todo más barato, comprar un zumo, unas patatas, unas galletas o algo precocinado en el chiringuito más cercano, que comprar frutas y verduras que además hay que cocinar o preparar. Todo son ventajas, ¿verdad?.

 

He visto una niña merendar gusanitos todos los días, única y exclusivamente gusanitos, porque la niña los disfrutaba mucho según su abuela, he visto niños merendando helados a diario, niños que se llevaban a la piscina bolsas de patatas fritas, he visto niños abusando de refrescos… Por otro lado, he visto poca fruta fresca a mi alrededor, pocos bocadillos, poca merienda saludable en resumidas cuentas…Con toda la variedad de fruta que el verano nos ofrece , ¡es una pena que no la sepamos aprovechar!.

 

Evidentemente el cambio de nuestra dieta mediterránea, que es rica en fibra procedente de legumbres, frutos secos, verduras, frutas y cereales de grano entero; por una dieta más occidental, tentadora pero dañina; con más ultraprocesados y comida menos real rica en grasas, sal, azúcares, o hidratos de carbono simples y baja en fibra, está afectando a la salud de nuestros más pequeños.

 

La OBESIDAD INFANTIL es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. El problema es mundial y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos. La prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante.

 

Según este estudio  (relativo a niños y niñas de entre 6 y 9 años):

  • Un 58,5% de escolares se sitúa en valores de normopeso mientras que el 0,9 % sufre delgadez y el 40,6% tiene exceso de peso.
  • De los niños y niñas con exceso de peso, el 23,3% está en niveles de sobrepeso y el 17,3% sufre obesidad.

Del análisis por categorías sociales se desprende que las familias con ingresos inferiores a 18.000€ y cuyos progenitores no tienen estudios superiores ni trabajo remunerado conforman el colectivo más vulnerable al exceso de peso.

Una de las principales causas es que estos niños y niñas tienen peores hábitos alimentarios: acuden a más establecimientos “fast food”, toman menos fruta diaria y consumen golosinas con más frecuencia.

En cuanto a la calidad de la alimentación, el informe detalla que un 76,2% de los escolares debe mejorarla. Aunque ha aumentado el consumo de fruta respecto a años anteriores, sólo un 20,1 % de los escolares la consume habitualmente en el desayuno, mientras que los alimentos que deberían ser ocasionales, tales como galletas, pasteles, bollería, batidos o golosinas se consumen incluso cuatro o más veces por semana.

 

ALADINO 2019 alerta del cambio social que se está produciendo en los niños que ven reducidas sus horas de actividad física a cambio de ocio sedentario, como puede ser el uso de televisores o consolas. No podemos cerrar los ojos ante la evidencia de la malnutrición infantil, ya que los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siendo obesos en la edad adulta y tienen más probabilidades de padecer a edades más tempranas enfermedades no transmisibles como la diabetes o enfermedades cardiovasculares.

El sobrepeso, la obesidad y las enfermedades conexas son en gran medida prevenibles, por ello hay que dar una gran prioridad a la prevención de la obesidad infantil.

Este último año además estos datos han aumentado porque niños y adolescentes han tenido menos actividad física, han salido menos de casa, han visto suspendidas muchas de sus extraescolares y han pasado muchas más horas sentados delante de sus pantallas.

Cada vez vemos más niños y niñas en consultas con resistencia a la insulina o prediabetes, hipertensión, dislipemia (alteración de los niveles de colesterol y lípidos en sangre), pubertad precoz…

El inicio de estas patologías se va adelantando, lo que hace que la esperanza de vida se acorte y que la calidad de vida empeore irremediablemente, el 35% de menores con exceso de peso tiene grasa en el hígado y el 40% prediabetes.

A esto se suma que los niños y niñas con obesidad también suelen tener problemas de autoestima que afectan a su salud mental, ¡tan importante como la salud física!.

 

La buena noticia respecto a la obesidad infantil es que, según los expertos, todos los riesgos que conlleva la obesidad pueden revertirse si antes de los 13 años se ha resuelto el problema.

 

Al contrario que la mayoría de los adultos, los niños y los adolescentes no pueden elegir el entorno en el que viven ni los alimentos que consumen. Además, tienen una capacidad limitada para comprender las consecuencias a largo plazo de su comportamiento. Por consiguiente, necesitan una atención especial en la lucha contra la epidemia de la obesidad.

 

Desde las consultas dentales es muy importante realizar una buena historia clínica al paciente infantil, se debe seguir un protocolo que nos dé respuestas no sólo de la higiene bucal del niño o niña, sino también de sus hábitos alimenticios, que repercutirán en su estado de salud general, incluida su salud oral.

Niños y niñas que comienzan el desayuno con una fuerte aportación de azúcar, la mayoría de los niños añaden al vaso de leche un poco de cacao y como complemento galletas o bollos.

Son muchos los niños que nos confiesan en el gabinete que con las prisas por ir al colegio muchas mañanas no se cepillan los dientes. Sumando las horas que allí pasan y que muchos después del cole hacen uso de servicios de comedor (donde en algunos de los casos no está permitido lavarse los dientes) y luego extraescolares, son muchas las horas que esos azúcares están presentes en la boca, produciendo desmineralización en el esmalte dental.

Debemos prestar más atención a la dieta infantil, desde las consultas dentales podemos ofrecer apoyo y orientación a las familias que desean realizar un cambio en la dieta, sin juzgar y desde el máximo respeto animaremos a nuestros niños a reducir el consumo de comida no saludable y a modificar patrones de sus dietas.

Los niños y niñas deben disfrutar de sus platos.

Hay que tener en cuenta que el momento de la comida puede ser perfecto para que la familia se reúna y coma tranquila, charlando sobre lo que ha sucedido a lo largo del día, sin pantallas que entorpezcan el diálogo y se puedan disfrutar de ése momento familiar.

Si entre semana por el intenso ritmo de vida no fuera posible, debería hacerse al menos durante el fin de semana.

Erróneamente se focaliza el cambio sólo en el contenido del menú semanal, pero dentro de una buena alimentación se deben incluir otros factores tales como el modo en el que se come, el tiempo que se dedica a comer, con quién se come, a que se dedica el tiempo libre, las horas de descanso… buscar una rutina saludable que favorecerá la calidad de vida de toda la familia.

 

Es un cambio que afecta a toda la familia y del que todos los miembros deben ser partícipes. No nos olvidemos que los niños son ejemplo de lo que ven, por eso es importante la implicación de la familia, porque detrás de un niño mal alimentado suele haber una familia mal alimentada.

 

BIBLIOGRAFIA.

-1. Lorenzo, Mº I; Simón, F; Gómez, F; Hernández, B. Fisiopatología General. 2015. Altamar, S.A.Ud 11; pp. .232-261.

-2.https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/consumo/Paginas/2020/300920obesidad-infantil.aspx

-3. http://www.infocop.es/view_article.asp?id=15220

-4.https://www.lavanguardia.com/vivo/lifestyle/20210628/7556339/obesidad-ninos-viviran-menosanos-enfermedad-salud.html.

 

Itsaso Vázquez

Higienista dental col.283495

Comisión de Alimentación y Nutrición

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